Las adicciones son un problema creciente que afecta a millones de personas en todo el mundo. Estas pueden tomar muchas formas: desde sustancias como el alcohol y las drogas, hasta comportamientos como el juego, la pornografía o el uso excesivo de tecnología.
Las consecuencias pueden ser devastadoras. Afectan a quienes sufren la adicción, pero también de manera directa a sus familias, a sus amigos, a sus compañeros, al trabajo que realizan.
La Iglesia Católica considera las adicciones una anulación de la libertad y por tanto de la dignidad humana y ofrece caminos para la prevención y el apoyo a quienes se enfrentan a este desafío.
Para prevenir su aparición, a través de programas de educación, la Iglesia promueve la conciencia sobre los peligros de las adicciones, enseñando a las personas a tomar decisiones conscientes y responsables, coherentes con su dignidad.
Cuando el problema está ya presente, la cercanía de la comunidad cristiana es esencial. La Iglesia ofrece grupos de apoyo, consejo y acompañamiento espiritual, ayudando a las personas a encontrar esperanza y fuerza en su fe.
Este servicio de la Iglesia no solo se dirige a la recuperación física, sino también en la salud emocional y a la asistencia espiritual, que pueda promover una liberación definitiva de la adicción.
Las adicciones pueden ser superadas, y la Iglesia Católica está en ello, a través de personas e instituciones, para caminar en cada paso del camino.
Las adicciones pueden ser superadas, y la Iglesia Católica está en ello, a través de personas e instituciones, para caminar contigo en cada paso del camino.
¿Cómo lo hacemos?
“En favor de la dignidad de la persona”
La Iglesia cuida la dignidad de la persona, en cualquier situación. Por eso, también acompaña en el largo camino que se emprende desde la adicción a la recuperación de esa dignidad.
Y es que cada adicción esclaviza y anula la libertad. Por eso, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en la declaración “Dignitas infinita”, alerta sobre las adicciones como un factor que atenta contra lo que denomina la “dignidad existencial”.
Pero si las adicciones pueden tener muchas formas -consumo de sustancias, como el alcohol y las drogas, o comportamientos como el juego, la pornografía o el uso excesivo de tecnología- también tienen que ser muchas las respuestas.
Según los datos de la Memoria anual de actividades de la Iglesia Católica en España 2022, la Iglesia cuenta con 77 centros específicos de rehabilitación para drogodependientes. Ese año, atendieron a más de 42.000 personas.
Las nuevas tecnologías han traído nuevas adicciones, como al móvil, las redes sociales o a la pornografía, que se agravan cuando afectan a la población infantil y juvenil. Y Cáritas, Congregaciones Religiosas y Centros de Orientación Familiar diocesanos las han incorporado en sus programas de prevención y de intervención.
Además, la dignidad de la persona es el único objetivo de un nuevo proyecto de la Conferencia Episcopal Española, en el que están implicadas las Subcomisiones Episcopales para las Migraciones y Movilidad Humana y para la Familia y Defensa de la Vida; además del departamento de Pastoral de la Salud.
En el “Proyecto en favor de la dignidad de la persona” se trabaja desde hace meses con profesionales de distintos ámbitos sobre problemáticas de actualidad. Entre los temas que se abordan está la adicción a la pornografía, porque es una fuente de violencia, sobre todo hacia la mujer. Y porque el sexo mal comprendido y vivido, tiene un gran poder adictivo. Esta reflexión marcará las líneas para poder acompañar y ayudar mejor a las personas que están en esta situación.
En definitiva, se trata, en palabra del papa Francisco, «de aliviar, cuidar y curar los muchos sufrimientos relacionados con las adicciones multiformes presentes en la escena humana».
Aliviar, cuidar y curar
De prevenir, aliviar, cuidar y curar se encargan en los Centros de Orientación Familiar (COF). Este servicio de la Iglesia, que se ofrece en las diócesis españolas, está especializado en la atención integral a los problemas familiares en todas sus dimensiones.
En estos centros muchas familias han encontrado un instrumento para poder revertir sus situaciones de riesgo con profesionales cualificados.
“Las adicciones generan frustración y desbaratan la vida”
Juan Carlos García es orientador en el Centro de Orientación Familiar (COF) de Getafe, donde ayuda a personas adictas, y a sus familiares, a salir de ese círculo que les tiene atrapados y al que muchas veces no se sabe ni cómo han llegado. En este centro, explica, tratan principalmente tres adicciones: pornografía, redes sociales y juego on line. Cada una a su manera, señala, rompe a la persona por dentro y le genera multitud de problemas tanto personales como en sus relaciones familiares o laborales.
Desde su experiencia de trabajo en este Centro de la diócesis de Getafe, Juan Carlos comienza hablando de las personas que se acercan hasta el COF y son adictas a la pornografía: “tienen un cambio de la percepción de la afectividad y la sexualidad, que afecta en sus relaciones de pareja y en sus relaciones interpersonales. Esta dependencia les genera una frustración y un sentimiento de tristeza que la única manera que tienen de aplacarlo es consumiendo más y más contenido pornográfico”.
En cuanto a las personas que son adictas a las redes sociales, este orientador familiar subraya que tienen un perfil en el que su preocupación fundamentalmente es la imagen que proyectan en los demás. Además, «viven engañadas en un mundo idílico que se les vende. Este hecho les genera también una frustración de fondo y problemas de autoestima”.
Finalmente, da a conocer la problemática de las personas que están enganchadas a los juegos on line. Empiezan como si fuera “eso, simplemente un juego«. Pero, poco a poco «se van enganchando y al final esto puede ir generando ludopatía, con problemas financieros, económicos, trastorno de sueño …
Todo este tipo de adicciones «desbaratan el hábito normal de una vida. Incluso pueden tener serios problemas laborales”.
Ante todo esto, el primer paso para poderles ayudar es que reconozca que tienen un serio problema. “Cuando tratamos a estas personas, -explica Juan Carlos, lo primero que hacemos es un trabajo con ellas para que puedan concienciarse de que tienen un problema grave. Una vez que la persona se conciencia del problema y de las limitaciones que tiene para su vida, entonces ya buscamos una serie de pautas destinadas a buscar alternativas para cuando les venga ese deseo del consumo de alguna de estas adicciones. Les damos recursos para no caer”.
Pero también, la prevención
Soraya es madre de tres hijos, dos de ellos ya adolescentes. El COF de la diócesis de Palencia, donde vive, le ha permito acceder a talleres para padres y educadores sobre los peligros de Internet, las redes sociales y el acceso a la pornografía de los menores.
Estos cursos le han parecido interesantes y reconoce que ha aprendido bastante. De hecho, entre sus previsiones, está participar en otros.
De todo lo aprendido, se queda con una de las cosas que les han destacado: La importancia «de tener confianza y diálogo con nuestros hijos para hacer frente a los peligros de las redes sociales«. También con las herramientas que le han dado para afrontar las preguntas y las dudas que le plantean sus hijos.
Lo que más le ha impactado, confiesa, «que somos productos. Tenemos acceso a un montón de cosas gratuitamente, pero como nos decían ellos, no hay nada gratis. Cuando algo es gratuito, al final nosotros somos el producto, y en este caso nuestros hijos son los productos».
“Con ayuda y el amor de los voluntarios, se sale”
Mariano Fresnillo se quedó ciego con 18 años, pero no se ha dejado vencer por las circunstancias. Al contrario, lleva colaborando toda su vida en acciones de la Iglesia, implicado con los más vulnerables, ayudando a personas que quieren salir de la drogadicción. “He aportado mi granito de arena en ámbitos de exclusión social como son las adicciones. Ahí me he volcado. Llevo 30 años colaborando en un piso de acogida con drogadictos, chicos que quieren rehabilitarse, cambiar de vida”, afirma.
Mariano ha conocido a multitud de ellos en distintos proyectos. Uno de ellos, en Vallecas, con la asociación Hontanar, de los Franciscanos TOR, que ayuda a personas a poder salir del mundo oscuro de la droga. También en Carabanchel, de la mano de la Fundación Ámbitos, donde «tenemos proyectos para jóvenes que han caído en diferentes adicciones, en este caso no solo droga, sino pantallas, pornografía o compras on line”.
Mariano, incansable y alegre, pasa ratos acompañándolos con su guitarra. “A través de mi guitarra les enseñas a relacionarse, a través de algo lúdico podían ir cambiando su día a día”.
Como persona ciega lo que busca es que descubran “que cuando se quiere se puede. En momentos en que la vida te lleva a lugares donde no quieres o te ha venido dado un problema por las circunstancias, «se puede salir con ayuda, con formación y con la caridad, con el amor de gente que, como yo, voluntariamente nos damos en un proyecto social de la Iglesia. No hay que encerrarse ni pararse. Con empeño y ganas, se puede salir de esos mundos oscuros”.