Techo, tierra, trabajo. En estas palabras están recogidos los elementos básicos para desarrollar la dignidad humana.
Uno de ellos, el trabajo, presenta en nuestro contexto dificultades graves por la situación económica que atraviesan muchas personas.
El papa Francisco nos recuerda que para que la persona pueda desarrollarse en su integridad debe tener un trabajo, con un salario digno, que le permita vivir en sociedad y crear una familia cuidando y atendiendo sus necesidades.
El trabajoesuna necesidad vital, no solo para vivir con dignidad, sino para desarrollar la propia humanidad en su plenitud.
Por ello la Iglesia ofrece, a través de innumerables entidades vinculadas a su labor, programas de inclusión laboral que permitan la capacitación de personas en situación vulnerable.
Educar, formar, y acompañar son los pasos a seguir. Ya en ese proceso formativo, muchas personas recuperan la dignidad, la capacidad de relacionarse, y de plantearse objetivos vitales grandes.
El trabajo es una necesidad vital,
no solo para vivir con dignidad,
sino para desarrollar la propia humanidad en su plenitud.
¿Cómo lo hacemos?
Acompañar a las personas que no tienen empleo es una de las principales labores asistenciales que realiza la Iglesia. En el año 2022, esta atención fue una de las más demandadas, por detrás de alimentación y vivienda.
Para llevar a cabo esta labor, la Iglesia cuenta con 386 centros específicos para promover el empleo en los que acoge a 155.906 personas.
¿Dónde están estos centros?
La dignidad por el trabajo
El trabajo dignifica a la persona. Por eso, la Iglesia también se implica en formar y acompañar con sus programas de inserción laboral. Para personas en situación de vulnerabilidad, de estos programas depende tener una segunda oportunidad.
Así se llama, «Escuelas de segunda oportunidad», el proyecto de la Fundació Comtal, que nació de un grupo de jóvenes del Colegio La Salle Comtal, en Barcelona. En este caso, sus destinatarios son jóvenes en situación de vulnerabilidad y fracaso escolar. Esta Fundación apuesta por el apoyo escolar, su orientación y por su inserción laboral.
Junto a los jóvenes, los migrantes y las mujeres son los que encuentran mayores dificultades para acceder a un trabajo digno. Congregaciones religiosas, asociaciones y parroquias promueven talleres destinados a la formación. Además, acogen, orientan y acompañan en el proceso que les lleva al mundo laboral porque sus situaciones de precariedad hacen necesario ir con ellos de la mano.
También desde Cáritas trabajan para reducir la brecha entre la tasa de paro de las personas en riesgo de exclusión y el resto de la población activa, que es siete veces superior. Solo 2023, esta entidad de la Iglesia católica acompañó a 68.065 personas en la búsqueda de trabajo, un 4,9% más que el año anterior.
La dignidad en el trabajo
La Iglesia también se mueve por la dignidad en el mundo laboral, porque cuidar el trabajo es cuidar a las personas.
Como reclama el papa Francisco, para una correcta comprensión del trabajo hay que incorporar la dimensión del cuidado. Si el trabajo es una relación, «ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado». Un trabajo «que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores y no puede considerarse decente. Por el contrario, un trabajo que cuida, contribuye a la restauración de la plena dignidad humana, contribuirá a asegurar un futuro sostenible a las generaciones futuras. Y en esta dimensión del cuidado entran, en primer lugar, los trabajadores».
En ese cuidado a los trabajadores también está presente la Iglesia. Como ejemplo, su presencia en el mundo del mar. 115 agentes de la pastoral del Mar esperan en 15 puertos de España a los marinos para ofrecerles un hogar cuando están tan lejos de su hogar. Los centros Stella Maris son los encargados de humanizar la actividad portuaria. 40.000 marinos mercantes se han podido beneficiar de la labor que llevan a cabo voluntarios profesionales de distintas áreas relacionadas con la actividad marítima para responder a sus necesidades: información; asesoramiento legal, laboral, o de extranjería; asistencia social; apoyo médico y acompañamiento en situaciones de crisis; además de ayuda material.
La Iglesia cuida y defiende la vida, también en el mundo del Trabajo. Por eso, desde la Pastoral del Trabajo se defiende la salud y la seguridad en el mundo laboral. Y, por eso, entre sus objetivos está también visibilizar y acompañar a las personas que sufren secuelas físicas y psíquicas por los accidentes laborales y a las familias que sufren la pérdida de un ser querido que se dejó la vida en su trabajo.
El acercamiento a las víctimas constata la tragedia personal y familiar que hay detrás de cada accidente. La vida se juega también en los puestos de trabajo.