Los mayores son un tesoro. En cada familia y para toda la sociedad. Son un tesoro de experiencia y sabiduría, de inteligencia y también de empatía. Y tienen la facilidad de saber contar y la virtud de saber esperar.
En su relación con los adultos, con los jóvenes y con los niños son un apoyo imprescindible, porque su tiempo, entregado a la escucha, al consejo, al cuidado, es un tiempo de calidad y de cantidad.
Al encontrarse con los ancianos,todos escuchamos una llamada a custodiar la memoria y a reconocer, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. La amistad con los mayores ayuda al joven a no reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus capacidades.
Además, la Iglesia quiere ensalzar el protagonismo que tienen los mayores en su actividad diaria. De hecho, buena parte de su misión en las parroquias y en otras obras eclesiales se sostiene gracias a ellos, que participan en la actividad educativa, celebrativa o caritativa de la Iglesia.
También la Iglesia siente con ellos una responsabilidad. Cuando su vitalidad se agota y esta sociedad los entrega a la soledad y al descarte, la Iglesia les ofrece acogida y una experiencia de acompañamiento en todas sus circunstancias.
Los mayores son un tesoro de experiencia y sabiduría, de inteligencia y también de empatía. Y tienen la facilidad de saber contar y la virtud de saber esperar.
¿Cómo lo hacemos?
De la pastoral para las personas mayores…
La Iglesia ofrece 877 casas especializadas en el cuidado de los ancianos, los enfermos crónicos y las personas con discapacidad de la que se pueden beneficiar 69.052 personas.
¿Dónde están estos centros?
Son muchas las congregaciones religiosas que saben lo que significa acompañar, cuidar y mejorar la vida de las personas mayores. Las Hijas de la Caridad, por ejemplo, lo hacen en la residencia los Almendros, en la zona de Tres Cantos (Madrid). En este centro tienen un proyecto de voluntariado en el que los niños de sus colegios van a las residencias a hacer compañía a los mayores para paliar el mal de la soledad.
Cáritas también cuenta con programas específicos que tienen como objetivo asegurar que las personas mayores en situación de vulnerabilidad puedan vivir dignamente en el lugar que decidan y participar de la vida de su comunidad, previniendo así las situaciones de soledad no deseada. Además de los recursos residenciales que gestionan, ofrecen servicio de ayuda para los que están en sus domicilios. Su voluntariado hace posible que se lleven a cabo multitud de proyectos para facilitar la participación de las personas mayores en sus comunidades.
Desde las diócesis y las parroquias también se promueve la pastoral de las personas mayores en la misma parroquia y con el acompañamiento en los domicilios. Además, la Conferencia Episcopal aprobó en la Plenaria de abril de 2021 una comisión específica de trabajo dedicada a esta pastoral que depende de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida.
Como punto de partida, se elaboraron unas orientaciones para la pastoral de las personas mayores bajo el título general, «La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones». Un documento que consolida los trabajos que, desde múltiples realidades eclesiales, se desarrollan en el mundo de los mayores.
… A la Pastoral de las personas mayores
Pero la Iglesia también quiere ensalzar el protagonismo que tienen los mayores en su actividad diaria destacando la gran labor que realizan en el acompañamiento espiritual con sus coetáneos y con las nuevas generaciones.
Como Juana Casanova, Juanita. Tiene 97 años y lleva desde que tenía unos 12 años dando catequesis. Más de ocho décadas en la parroquia de Haría, en Lanzarote. Su ilusión sigue intacta: “es un servicio que llevo haciendo desde bien pequeña, desde que una maestra me puso como responsable de un grupo y es lo que más me gusta”, cuenta Juanita.
Ella continúa agradecida y con la vocación de enseñar la buena nueva a todos, mayores y pequeños. Incluso con sus problemas de visión no deja de ir a la Iglesia, que es lo que le anima a seguir viviendo, ni de realizar sus tareas dentro de la comunidad.
Esta dedicación de Juanita ha llegado hasta el papa Francisco. El párroco de Haría, Norberto Medina, ha sido el encargado de «contar» su historia al Santo Padre. Y el Papa le ha remitido una carta agradeciéndole todo el servicio y la dedicación a los demás a lo largo de todo ese tiempo. “Estoy orgullosa de esa carta”, confiesa.
“Me dicen que estás perdiendo la vista… Esto sucede con la edad, pero tú sabes ver con los ojos del corazón”, le asegura el Papa en la carta de puño y letra, que ya tiene en su casa enmarcada.
Además, le pide que siga prestando este gran servicio a los demás: “por favor, ni se te ocurra jubilarte. Conserva toda esa ‘juventud acumulada’ y sigue ofreciéndola en servicio parroquial”.
A esta petición se une Norberto que sigue apoyando a Juanita para que pueda continuar con su labor.