En el corazón de Cañaveral, la Ermita de San Roque, patrón de la villa, se erige como un bastión de fe y tradición. Con una historia que se remonta al siglo XVI, este templo no solo es notable por su arquitectura de estilo barroco y renacentista, sino también por albergar una de las expresiones artísticas más evocadoras de la religiosidad popular: una vidriera que captura la esencia del Espíritu Santo en la vida de San Roque, toda santidad proviene de la acción de esta persona de la Santísima Trinidad.
La ermita, de planta rectangular, destaca por su bóveda de cañón con arcos fajones apoyados sobre ménsulas, una característica típica de las obras del arquitecto Pedro de Ibarra. La fachada, con su puerta de cantería de medio punto, introduce a los visitantes a un espacio donde lo divino y lo humano se encuentran. La espadaña de ladrillo, dinámica y elegante, corona el edificio, anunciando su propósito sagrado a los fieles y visitantes.
En un momento, la ermita albergó una vidriera realizada por D. Fermín Serrano Lucas, que permaneció en la ventana durante aproximadamente 40 años. Sin embargo, el paso del tiempo deterioró esta obra, llevando a reemplazarla por otra vidriera estilo “Tífani”, que hoy en día embellece la ermita con su colorido y luminosidad.
La nueva vidriera, que representa al Espíritu Santo como luz guía de San Roque, es una obra maestra de color y simbolismo. A través de su paleta vibrante, la vidriera no solo ilumina el espacio con luz natural, sino que también ilumina espiritualmente a aquellos que la contemplan. En ella, se refleja la figura del Santo como peregrino, siguiendo el camino cristiano en su más pura expresión, con el Espíritu Santo guiando sus pasos hacia la caridad y el sacrificio.
San Roque, venerado desde hace siglos y representado frecuentemente en el arte por maestros como Rubens y Ribera, es conocido por su devoción y servicio a los enfermos. Su vida, marcada por el desprendimiento material y la entrega a los más necesitados, encuentra un paralelismo con las enseñanzas de Cristo. La vidriera evoca esta llamada a seguir a Jesús, sirviendo a los demás, especialmente en momentos de prueba y sufrimiento.
Esta obra no solo es un recordatorio visual de la fe, sino que también actúa como una llamada a la comunidad de Cañaveral para reafirmar su compromiso con los valores cristianos.
La Ermita de San Roque y su vidriera son, por tanto, más que meros puntos de interés histórico o artístico. Son un centro de peregrinación espiritual donde la comunidad y los visitantes pueden encontrar inspiración y renovar su fe. En tiempos de incertidumbre, lugares como este son esenciales para recordarnos la importancia de la espiritualidad y la comunión en nuestras vidas.
Por ello, la comunidad de Cañaveral se congratula de seguir bajo el amparo de San Roque, celebrando su patrimonio espiritual y cultural con cada rayo de luz que atraviesa la colorida vidriera, un faro de esperanza y guía en el camino de la vida cristiana. Esperamos que los/as cañaveraliegos/as visiten y aprecien este lugar sagrado con su ventana de colores radiante de ensueño, que llena el interior de la ermita tal como si quisiera llenar las entrañas de nuestro corazón.